Gran jornada la de Champions de anoche con dos partidos que se preveían muy distintos a lo que ocurrió al final. Primero fue el Zenit- Benfica. Ni el tiempo ni el estado del césped hacían presagiar un partido tan vibrante y con tantos goles. Mención especial al 2-1 de Semak. Después llegó el Milan- Arsenal, choque a priori igualado, que dejó el Arsenal sentenciado y a Wenger contra las cuerdas.
Todo empezó en el Pretovsky de San Petersburgo. Con una sensación térmica que rondaba los -20º. El que salía frío era el Zenit. Pereira aprovechó un fallo de Zhevnov que despejó mal un saque de falta y la metió para dentro. Y se despertó el Zenit, para mí superior en el cómputo global del partido. Un equipo creado para las contras se hizo dueño del balón y llegó a moverlo muy rápido. Antes, el español Rodrigo dejaba el campo por una entrada a destiempo del siempre duro Bruno Alves.
Corría el 26 de la primera parte cuando Hubohan centró al área desde la izquierda atrás y Shirokov marcaba un buen gol de primeras ajustándola al palo largo. 1-1 y el Zenit crecido. Ya en la segunda parte Semak dejó un gol de bellísima factura. Tacón atrás de Kerzhakov evitando que salga el balón, Bystrof prolonga y Semak, también de tacón bate por bajo a Artur Moraes. Obra de arte.
Y la locura se apoderó del partido. Cardozo empataba en el 88 tras un fallo de la defensa y el portero y Shirokov volvía a poner al Zenit por delante en el 89 tras un error clamoroso de Pereira que dejó al jugador ruso solo ante Artur para marcar. 3-2 y Shirokov era el héroe tanto como Zhevnov el villano por fallar en los dos goles. Eliminatoria abierta para Da Luz. Benfica tendrá que mejorar y mucho después de lo visto hoy en Rusia.
Y llegó el partido más igualado de los octavos. Y acabó siendo el más desigual. Con un Ibrahimovic imperial y un Robinho goleador, el Milan aplastó a un Arsenal sin recuersos, velocidad ni mordiente. Solo Van Persie se salvó del naufragio pero como capitán del barco, está condenado a hundirse con él. Una lástima porque sigue demostrando que es un jugador enorme.
El partido se podría explicar de muchas maneras. Pero todas conducirian a Ibrahimovic. Cuando tiene el día es imparable. Y la defensa del Arsenal tampoco tuvo su mejor noche. Perseguía al sueco hasta la medular lo que dejaba espacios a su espalda que aprovechaban Robinho o Boateng. El ghanés marcó un golazo tras controlar un servicio de Nocerino y enganchar un cañonazo que pegó en el larguero y entró. Ni si quiera tocó la red. Otro partido para enmarcar del milanista. El segundo fue por obra y gracia de Zlatan que le puso el balón en la cabeza a Robinho tras una galopada a la espalda de la defensa por banda izquierda. Vermaelen estaba totalmente descolocado y Djorou, que entró en la primera parte por Koscielny, demostró que no es válido para este equipo.
En la segunda parte Robinho ponía el primero de disparo raso tras otra asistencia de Ibra. El sueco se hartó de bajar a la medular para generar espacios y de meter pases profundos. Uno de ellos estelar después de deshacerse de Song y dejar solo a Boateng con un pase de exterior mirando al tendido que el de Ghana mandó alto. Se merecía su gol y se lo encontró después de fabricarse un penalti por agarrón de Djorou y meterlo él mismo a pesar de la estirada de Szczesny, que llegó a tocarla. Pudo ampliar su renta el Milan por medio de Boateng, Antonini o Pato, que entró en la segunda parte.
Por parte del Arsenal, el juego fue muy lento lo que benefició a un Milan muy bien colocado. Arteta estuvo gris, Ramsey desaparecido y Rosicky muy impreciso. El checo no está y Wenger se empeña en ponerle. La entrada de Henry, que jugó sus últimos minutos con el Arsenal tampoco solucionó nada. Solo Van Persie, que obligó a lucirse a Abiatti en tres ocasiones, puso algo de su parte. Los demás nada de nada. Congelados en el frío de Milan. Wenger debe solucionar estos ridículos en partidos importantes si quiere que el fin de ciclo no llegue antes de tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario